jueves, 3 de diciembre de 2009

CONTEXTO TEMÁTICO

CONTEXTO TEMÁTICO
¿Qué evidencias de mi práctica educativa me son útiles y significativas para evaluar constructivamente mi intervención docente?
Desde el inicio de mi profesionalización han surgido muchas inquietudes acerca de mi práctica docente, al tratar de indagar qué era lo que ocurría en mi aula encontré diversos factores que a mi punto de vista era en lo que estaba fallando como la planeación, la organización del aula, las estrategias que utilizaba en las actividades, los materiales a utilizar, entre otras; conforme fui analizando más detenidamente mi trabajo, descubrí que en lo que yo me estaba enfocando no estaba el problema específicamente y así fue como comencé a analizar mi intervención docente, algo que es primordial en la práctica educativa y que si embargo no estaba en mis registros ni en mis prioridades.
El analizar esto me hizo recordar mi vida de estudiante, en la cual tuve maestros cuya única finalidad era hacer planas y pasar al frente a los mismos niños de siempre, durante la primaria no tengo un recuerdo a través del cual yo pueda percibir que algún maestro se preocupara por cada uno de sus alumnos, sino todo lo contrario, fue hasta la secundaria cuando tuve la enorme fortuna de conocer a una maestra llamada María Luisa, la cual tenía un enorme gusto por la docencia y se daba el tiempo de escuchar a cada uno de sus alumnos aún fuera de clase. Desde pequeña uno de mis proyectos era ser maestra pero gracias a su ejemplo logre consolidar éste sueño.
A partir de esto y retomando el presente me doy cuenta de que la intervención docente es un factor clave para el buen desarrollo de la actividad, su organización y lo más importante el aprendizaje de mis alumnos.
Antes de iniciar la maestría mis registros se enfocaban únicamente a una descripción de la mañana de trabajo, mi actitud era totalmente conductista, yo decidía que hacer dentro de las actividades y hasta realizaba las preguntas guiando prácticamente a los niños a una respuesta. Ahora con el análisis y reflexión de mi intervención he modificado muchos aspectos de mi práctica desde la planeación hasta la puesta en práctica de las actividades, sin embargo aún falta mucho por mejorar en mi actuar docente.
Creo que estas dificultades se deben a que fui formada con esa actitud conductista, durante mis practicas recibí ejemplos de cómo manjar las actividades a través de dibujos diseñados, figuras recortadas y actividades manuales que no representaban ningún reto cognitivo, se hacían pocos cuestionamientos y los que se llagaban a hacer eran totalmente “dirigidos” a respuestas lógicas.
Lo descrito anteriormente trajo como consecuencia falta de atención hacia algunos de mis alumnos, actividades muy generalizadas sin tomar en cuenta sus capacidades y habilidades. De ahí mi interés por mejorar y evaluar mi intervención aunque esto implique otros aspectos como la organización del grupo, mejorar el planteamiento de las actividades, evaluación niños-docente, análisis y reflexión de la propia práctica y mi objetivo principal la evaluación docente.
A partir de esto tengo el enorme compromiso de analizarme día a día, tomar en cuenta opiniones de otros docentes como educadoras, Directora y Apoyo técnico, analizar, reflexionar y evaluar la práctica, teniendo una participación total dentro de este proyecto de investigación-acción para la mejora de mi trabajo no solo en el aula sino en el ámbito educativo.




HISTORIA DE VIDA

IDENTIDAD PERSONAL
Mi formación familiar y académica
La reconstrucción escrita de mi Historia de Vida constituye una metodología que me permite reunir los acontecimientos más significativos, desde que nací hasta la actualidad. Para hacerla utilicé como principal herramienta la memoria, pues ésta me permite reconstruir de dónde vengo, quiénes conforman mi familia, el contexto social, cultural y económico que me ha tocado vivir y todos aquellos hechos que me han marcado y a través de los cuales he logrado conformar mi propia identidad.
Mi nombre es Marcela, nací en la ciudad de San Luis Potosí, mis padres son Vicente Rodríguez Beltrán y Ma. De Jesús Salazar Báez, mi padre durante muchos años fue obrero y gracias a ello logró brindarnos la oportunidad a mis hermanos y a mí de tener una carrera, actualmente es oficial de mantenimiento, para mí él es un ejemplo a seguir porque siempre se ha esforzado por hacer de cada uno de sus hijos personas de bien. Esto no hubiera sido posible sin la ayuda de mi madre quien se ha dedicado a las labores del hogar, y se ha preocupado por dar apoyo y lo mejor de sí, para que cada uno lográramos salir adelante en nuestro estudios y ahora como profesionistas ha sido el pilar principal de la familia, ella tiene un gran gusto por el deporte, a través del cual nos ha inculcado el valor de que con esfuerzo y dedicación podemos alcanzar lo que nos propongamos aun y cuando las cosas se vean difíciles.
El ser la menor de mi familia me permitió sentirme segura, querida, protegida y muy especialmente ver en mis hermanos un ejemplo a seguir para alcanzar mis metas.
La mayor parte de mi infancia fue muy bonita, cuando ingresé al Jardín de niños recuerdo que tuve una experiencia muy poco agradable… a mi maestra no le gustó como realicé mi trabajo y me lo rompió, lo tiro a la basura enfrente de mí y me dio otra hoja para que lo volviera a hacer.
El evocar ese suceso me hace pensar en las actitudes que muchas ocasiones llegamos a tener los maestros, lo fácil que se nos hace hablar o actuar en formas inadecuadas, que juzgamos a nuestro criterio lo que esta bonito y lo que está mal sin comprender lo que el pequeño quiso expresar, con esto puedo reconocer la importancia de saber escuchar a nuestros alumnos, conocerlos y partir de ello para que nuestro actuar docente le permita tener la confianza y seguridad de que la escuela puede y debe ser la mejor etapa de su vida.
En la primaria durante los primeros tres años fui la mejor del grupo, siempre obtuve muy buenas calificaciones y me daban diploma por aprovechamiento, pero al haber comenzado a cursar el cuarto grado mis padres decidieron cambiarme de escuela a la Heroínas Mexicanas, porque un familiar cursaba ahí y les habían dicho que había muy buenos maestros, pero la historia para mí fue totalmente diferente.
En la escuela donde había estado anteriormente no me habían enseñado aún los números romanos y el primer día de clase en ésta nueva primaria nos pusieron un trabajo respecto a los números romanos, mis compañeros ya se los sabían pero yo no, a los que contestaban bien (la mayor parte) los dejó salir al recreo y a mí no me lo permitió, me dejo encerrada en el salón con algunos de mis compañeros por “no saber”. A partir de ahí me sentí etiquetada y aunque nunca reprobé, mis calificaciones bajaron considerablemente.
Considero que si la maestra de la primaria se hubiera dado la oportunidad de conocerme y hacerme una valoración de los aprendizajes que tenía, hubiera sido más benéfico para mí como alumna y tal vez mi estancia en esa escuela hubiera sido diferente.
La transición a la adolescencia, fue magnífica, es uno de los mejores recuerdos que tengo como estudiante, estuve en la secundaria Graciano Sánchez Romo en el municipio de Soledad, tuve maestros muy exigentes y comprometidos con su trabajo, para entonces mi decisión de ser maestra ya comenzaba a concretarse pero no del todo, ya que desde pequeña ese había sido mi sueño anhelado.
En ésta etapa tenía una maestra llamada María Luisa, ella impartía la clase de español, quien con su enorme dedicación, su atención hacia cada uno de sus alumnos y su entusiasmo en las clases, logro que mi decisión terminara por concretarse, además gracias a ella comprendí el enorme valor de darle la atención a cada uno de los alumnos que llegan a estar en nuestras manos y la importancia de comprenderlos a pesar de la diversidad del grupo.
El Bachillerato Pedagógico lo curse en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal del Estado y posteriormente la Licenciatura. Durante mi estancia en la Normal tuve gratos recuerdos, desde mis prácticas en los diferentes Jardines hasta el haber pertenecido al grupo de danza folklórica, en donde tuve la oportunidad de haber recorrido la mayor parte del Estado y del país, visitando lugares como Chihuahua, México, Guadalajara, Guanajuato, Saltillo, Tampico, San Antonio Texas, entre otros. El pertenecer al grupo me dio herramientas para tener mayor seguridad en mi persona, poder desenvolverme en distintos contextos, y ser responsable con mis estudios los cuales nunca descuidé

IDENTIDAD DOCENTE…

El ser educadora me ha dejado grandes satisfacciones, pero también enormes retos, porque el trabajar con niños requiere un gran compromiso no sólo personal si no también profesional. Desde el momento que comencé a trabajar y hasta ahora han sido mucho los cambios que he tenido que incrementar en mi práctica diaria, para empezar porque egresé de la Normal del Estado de acuerdo al plan de estudios del PEP 92 (Programa de Educación Preescolar), y dos años después se pone en práctica el nuevo programa 2004.

Tuve la oportunidad de cursar diversos interinatos en diferentes Jardines de Niños, algunos fueron muy cortos y algunos otros no tanto, esto impedía que yo tuviera la oportunidad de conocer bien a los alumnos que en ese momento estaban a mi cargo, pero tampoco fue impedimento para dar lo mejor de mí y lograr que esos niños sintieran un gusto por asistir al aula, siempre me preocupe por brindar un ambiente de confianza y seguridad que les diera la oportunidad de expresarse y que supieran que cada uno de sus intereses era importante.
Después del último interinato fue difícil conseguir trabajo, más sin embargo, se me presentaba un reto diferente, me mandaron llamar del sindicato pidiéndome apoyo para dar clases en el nivel medio cubriendo un interinato por 3 meses en la escuela de “Artes y Oficios”, fue una decisión sumamente difícil para mí, yo no estaba preparada para trabajar en un nivel medio y el enfrentarme a planes y programas desconocidos no era nada fácil.
Sin pensarlo mucho tomé la decisión de enfrentar el reto y la clase que impartí era de 4 horas a la semana, la asignatura fue de “Personalidad y Desarrollo Humano”, tuve que estudiar mucho pero la experiencia obtenida ahí fue muy grata, hubo muy buena empatía entre las alumnas y yo, y el tiempo se me pasaba muy rápido.
Al terminar éste interinato, se me notifica que la Directora me propone para continuar trabajando ahí, decidí aceptar y trabajé en el turno vespertino, tenía a mi cargo a 2 grupos 5 horas a la semana, dicho interinato duró 4 meses más.
A pesar de esto mi interés en el preescolar seguía presente, nada me daría mayor satisfacción que tener mi lugar en éste Nivel sobre todo porque me sentía preparada para ello, y a los 4 años de haber egresado de la Normal del Estado se me otorga mi plaza base en un Centro de Desarrollo Infantil ubicado en la colonia el Nuevo Paseo.
Un sueño consolidado...
He de confesar que a pesar de que ya había trabajado en otros Jardines de Niños, sentía una gran incertidumbre por el nuevo reto que se me presentaba y más porque por fin era mi lugar. Desafortunadamente el gusto me duro poco ya que la primera impresión fue bastante decepcionante, no fui bien recibida el primer día, me dijeron “aquí no hace falta ninguna educadora”, y como era plaza de nueva creación pues no había ningún grupo para mí, por lo que me pusieron en el grupo de primer grado con otra maestra para apoyarla porque tenía a su cargo 38 niños además de 2 asistentes.
La organización entre la otra educadora y yo fue muy buena, al paso del tiempo comencé a ganarme mi lugar debido al trabajo que realizaba, y al siguiente ciclo escolar se me otorgó el grupo de 3° y como yo había estudiado el diplomado en el Nuevo Programa 2004, conocía un poco más el trabajo por competencias, mis compañeras aún no lo ponían en práctica y aunque yo dudaba de mi planeación debo confesar que hasta cierto punto entre en una zona de confort porque todo lo que yo realizaba siempre me decían que estaba bien.
Los resultados en ese ciclo escolar con los niños fueron muy buenos, tuve mucho apoyo por parte de los padres de familia, pero el siguiente ciclo escolar me enfrente a un reto muy diferente y que sin duda ha marcado no sólo mi vida personal sino también la profesional.
Tuve a mi cargo un grupo de 28 alumnos, uno de ellos tenía no solo Necesidades Educativas Especiales sino también una enfermedad, el haber tenido a éste alumno comenzó a llenarme de inquietudes acerca de mi preparación. Al principio fue muy difícil trabajar con él, pero aprendí a sobre llevar el trabajo porque busque apoyo de sus terapeutas quienes me daban “tips” para poder trabajar con él. Me preocupé por poner en práctica estrategias para poder brindarles a los niños un ambiente de seguridad y confianza y sobre todo que el niño con N.E.E. se adaptara al trabajo con sus compañeros.
Al comenzar el ciclo escolar 2008-2009, se me presenta la oportunidad de un cambio en el Jardín de Niños “La Estrella”, en éste momento me ubico en la etapa de Estabilización según Huberman[1], puedo decir que a partir de la experiencia que he tenido al laborar en los diferentes Jardines y sobre todo en el Centro de Desarrollo Infantil siento mayor seguridad en lo que realizo, pero por lo mismo mayor compromiso, me preocupo en éste momento más por mi preparación para poder brindar a los niños experiencias y aprendizajes que les sean significativas .
El trabajo realizado en esta Institución se basa en un proyecto que realizaron como parte de los Centros de Alto Desempeño bajo un proyecto realizado en el Tecnológico de Monterrey, para realizar éste se basaron en el Programa de Educación Preescolar 2004, hay actividades diseñadas para todo el ciclo escolar y las educadoras deciden qué actividades trabajar de acuerdo a las necesidades de sus alumnos.

En lo personal expuse mi necesidad de diseñar mis propias situaciones didácticas porque para mí es importante basarme más en el PEP 2004 (Programa de Educación Preescolar), que en un proyecto ya elaborado, desde un principio se respeto mi decisión y he sido muy apoyada, incluso ese proyecto tiene actividades muy interesantes y en ocasiones retomo alguna y la pongo en mi situación didáctica.

El haber ingresado a la maestría me ha permitido no sólo obtener nuevos conocimientos sino también muchas inquietudes y dudas acerca de mis acciones en el trabajo, desde mi intervención hasta el diseño de situaciones para el trabajo con mis alumnos; lo que yo creía que estaba bien ahora ya lo cuestiono, sin duda es un proceso difícil pero tengo la seguridad que los resultados se irán dando poco a poco.

En cuanto al poder que ejerzo en el aula permite que yo como docente tenga la oportunidad de intervenir en las diversas actividades, desde el modo de planear mis situaciones didácticas, las estrategias a utilizar, hasta mi forma de intervención ya que éste es el punto clave para el aprendizaje de los alumnos, si ésta no se realiza de manera adecuada, la planeación por más completa que sea, no proporcionaría el aprendizaje que se espera que adquiera el alumno, ahora ya no solo atiendo “intereses de los niños” sino más bien genero intereses en ellos a partir de la propuesta de actividades que les impliquen retos cognitivos.
El reflexionar sobre mi trabajo en el aula me ha llenado de inquietudes y temores acerca de mi intervención, estaba tan acostumbrada a dar la respuesta a mis alumnos que se volvió parte de mi práctica durante algunos años, ahora que estoy en el proceso de profesionalización me he dado cuenta acerca de los errores que he cometido, dándome la oportunidad de reflexionar y analizar detenidamente mi labor diaria, todo con el fin de mejorar en el ámbito educativo.
Ahora me doy la oportunidad de comprender más a mis alumnos partiendo del análisis de mi propia práctica, al escucharlos, observarlos y tomar en cuenta sus saberes previos. El reconocer que son curiosos, llenos de expectativas, inteligentes y con un enorme ímpetu sobre la vida, me hace sentir el enorme compromiso de dar lo mejor de mí para lograr que esos niños sean autónomos, reflexivos no solo en el aula sino en su vida cotidiana.
Esto me ha permitido ser más independiente y autónoma en mi forma de trabajo, lo que me da más seguridad para continuar adelante, sobre todo porque estoy en un proceso de cambio, tengo más cuidado en mis intervenciones con los niños, procuro que las actividades ya no sean tan rutinarias, me he propuesto desafíos yo misma para poder trabajar mejor con los niños, ya no me preocupo tanto por el material que pueda tener para trabajar, más bien me preocupo por el resultado que puedo obtener y lo que voy a hacer para lograr ese resultado.

Como dice Huberman (1999), he adquirido una autonomía profesional, creo que todas trabajamos diferente pero en éste momento puedo decir que tengo mi estilo propio.

[1] BOLIVAR ANTONIO(1999) Ciclo de vida profesional del profesorado de secundaria. Recursos e instrumentos psicopedagógicos. Desarrollo personal y formación. Editorial Mensajero. Bilbao, España. Pp. 21-67